El miedo vuelve a ser el
protagonista en la sexta película de Alejandro Amenábar, quien ha tardado hasta
6 años en estrenar una nueva película. ¿66…? Nos acercamos al número del
demonio, como hace Regresión al
adentrarse en las prácticas más perversas de la América de finales de los
años ochenta.
QUÉ CUENTA: El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) se enfrenta a uno de los casos más complicados de Minnesota: Angela (Emma Watson), una chica de fuertes convicciones evangélicas, se refugia en la iglesia tras haber sufrido abusos sexuales. Pero la historia de lo que verdaderamente ocurrió va más allá de lo que su padre (David Dencik), principal culpable, puede recordar.
Lo real y lo imaginario vuelven a
jugar con el conocimiento del espectador y los personajes, como ya ocurriese en
otras películas de Amenábar como Tesis
(1996) o Abre los ojos (1997). Lo
cierto es que se trata de una constante en la filmografía del director y Regresión es un nuevo capítulo que hace
centrar la balanza entre creencia y psicología. La mente y el Dios mezclándose
en un cóctel tétrico en el que el resultado no es otro que el mismísimo diablo.
¿Existe? Hubo quien hizo culto a Lucifer – no olvidemos que la historia se basa
en hechos reales –, y habrá quien lo siga haciendo, pero no es ese ángel caído
el protagonista absoluto de esta obra, sino los demonios que cada persona
llevamos dentro. El miedo, tanto individual como colectivo, nos guía y se
personifica en la forma de nuestras peores pesadillas.
Un ejemplo muy claro de miedo
colectivo, entre muchos otros, y que no he podido olvidar mientras veía la
película es el pánico por la expansión del Ébola en Europa a finales de 2014.
Se trata de un mal real. Existe pero no se considera, generalmente hablando,
una amenaza hasta que la propia comunidad es afectada. El mensaje de Amenábar
acoge esta dirección para autentificar que la realidad en muchas ocasiones,
depende de lo que no es tangible: los pensamientos más oscuros cobran vida.
Y en ello cobra mérito su
propósito. El espectador, al igual que un Ethan Hawke desesperado, desea
encontrar una mínima de lógica en la trama. Un culpable físico que dé
coherencia a nuestros hechos observados. Sin embargo, es éste también su mayor logro
y su mayor error. La expectativa es tal que el final, ya aligerado de toda la
tensión acumulada en el segundo acto, resulta en cierta manera un chasco. Culpa
de ello, puede residir en gran parte en cierta escena del teléfono mal situada
en el guión.
Sin permitir que un desenlace
decepcionante ensucie un notable thriller psicológico, podemos reconocer cierto
estilo “fincheriano” en la estética y trama, así como un innegable parecido a
la primera temporada de True Detective
(N. Pizzolatto, 2014) en sus bases. Hawke nos conduce por las entrañas de un
caso peliagudo y nos convence de sus creencias agnósticas incluso cuando éstas
mismas parecen flojear. Watson, en continuo intento de romper con su papel de
Hermione Granger, deja que desear en un papel no tan grande como lo pintan los
medios de comunicación, y con una personalidad que roza lo mediocre.
Regresión es un globo que coge altura hacia mitad de vuelo y
comienza a deshincharse conforme se acerca el final, dejando frío al espectador
que, aun así, ha conseguido entretenerse mucho más que con Ágora (2009), el anterior film de Amenábar. El director, por su
cuenta, ha conseguido ser fiel a sí mismo y regresar al terror psicológico que
puede considerar como suyo desde que firmase Tesis.
Te gustará si…
-
Te gustó Tesis.
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Identificas elementos de tu día a día en tus
pesadillas.
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Disfrutas las películas por su conjunto de
experiencias, y no sólo por su final.