Aclamada por la crítica y premiada
su protagonista como mejor actriz revelación en los premios franceses César del
pasado año, el director Eric Lartigau nos presenta una comedia dramática sobre
la cohesión familiar, la discapacidad sensorial y las ganas adolescentes de
comerse el mundo.
QUÉ CUENTA: Paula Bélier (Louane Emera) es la única en su familia que no es sordomuda. Y como consecuencia, ha de servir como ayuda y soporte de sus padres y hermano menor. Más aún cuando el padre (François Damiens) decide presentarse como alcalde del pueblo y necesita preparar toda la campaña electoral. Sin embargo, Paula tiene otros problemas en el instituto y otros planes con respecto a su futuro.
Lartigau se acerca a la Francia rural como ya lo
hiciera Dany Boon con Bienvenidos al
norte (2008) en un intento de asemejar ambas historias (contrastes entre lo
civil y lo rural) y humor. No obstante en algunos minutos la historia confunde
al espectador adaptando un tono más dramático que no llega a calar en el
interior del espectador por su irrelevancia en la historia, aunque también debido
al brusco paso con el que la película va alternando comedia y drama meloso. Preocupaciones
“teen” que al público medio le parecerán fútiles e innecesarios cuando la
premisa principal – una familia de sordomudos – resulta ser una trama potente
de por sí.
Y quizás ello sea su primer
pecado: La familia Bélier se pierde
en su propio ecosistema insertando tramas menos llamativas y buscando una
personalidad que no acaba de encontrar. Los sonidos, la música, la
comunicación, el silencio. La película lo tiene todo para ser la nueva delicia
francesa y seguir los pasos de la citada película de Boon o Los chicos del coro (C. Barratier,
2004), pero llega a aburrir con personajes ingenuamente exagerados y – esto es
lo que más me molesta, pues alberga gran parte del potencial del film – una
banda sonora malograda, sosa y repetitiva.
Pero no es todo negativo lo que he
reservado para esta peculiar familia. Pese a fallos estructurales y de
contenido, el desenlace de la cinta puede llegar a conmover a los más
sensibles, demostrando por fin (válgase la redundancia) las razones originales,
dulces y detallistas que han motivado al director a rodar esta película.
Incluso llegamos a identificarnos con una persona que desea abandonar su
altruismo para conseguir despegar las alas en un mundo imparable. Emera
transmite muy bien estos sentimientos y por ello queda justificado su César.
Además resulta ser una actriz polivalente, que actúa, canta y te llama “cabrón”
en lenguaje de signos.
Los secundarios, que son
bastantes, mantienen el interés por la historia pero cabe destacar algún que
otro momento que acaba siendo histriónico por parte de la madre Bélier (Karin
Viard) y el profesor de canto (Eric Elmosnino). Gran parte de la comicidad se
la lleva el rol del patriarca sensorialmente limitado y adentrado en la
política (Damiens), y alguna que otra escena menos forzada que otras.
Una correcta elección en cartelera
que, si bien no puede ser tratada de “peliculón”, dejará un buen sabor de boca
y sobre todo, la sensación de haber invertido bien el dinero gracias a sus
simpáticos esfuerzos de entretenimiento. Además, merece la pena tan sólo por la
delicadeza con la que se nos enseña la difícil vida de los discapacitados en
una sociedad inadaptada a ellos.
Te gustará si…
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Te gustó Bienvenidos al Norte.
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No te gusta que los actores sean doblados cuando
cantan.
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Te gustan las películas familiares y con lecciones de
vida.
Imágenes de La familia Bélier