El animador irlandés Tomm Moore
sobresale con esta película de dibujos en 2D (al estilo pre-Pixar) en la que no
destaca por su guión pero sí por su maestría colorista que rememora las
leyendas mitológicas de la antigua Irlanda, país del que la cinta es originaria.
Fue nominada al mejor largometraje de animación en los Oscars 2014, premio que
le arrebató Big Hero 6 (C. Williams,
D. Hall) y ganó el premio en el Festival de Gijón.
QUÉ CUENTA: Cuando la hermana de Ben, Saoirse, nace, su madre abandona el hogar, dejando a los pequeños al cuidado de su padre. Sin embargo, su abuela piensa que el faro no es un buen lugar donde deban criarse, motivo por el cual se los lleva a la ciudad. Los hermanos intentarán regresar con su padre sin saber que hay alguien más buscando a la pequeña Saoirse. La pequeña descubrirá muy pronto que algo especial le vincula con el mar.
No se trata de una película
adulta, aunque ciertos toques oníricos nos recuerden a las películas del
estudio Ghibli, dirigidas al público de todas las edades. Pero ya no sólo las
suculentas imágenes que nos ofrece (cada fotograma es para colgártelo en tu
habitación) son dignas de comparación con la escuela de Miyazaki. También sus
personajes, y la estructura de su historia, remiten de alguna forma a los
viajes de Chihiro a través de un ambiente fantasmal, en la que los antagonistas
tienen su propia historia y se han convertido en lo que son por dramas
personales. Es curioso que las deidades de este cuento familiar no tengan nada
de grandioso. Más bien se les reconoce por sus defectos, otorgándoles de una
humanidad sorprendente. A todos ellos le afectan realidades como el desamor, la
sensibilidad e incluso el Alzheimer.
No se trata de una película
adulta, pues no provoca la carcajada con chistes actuales, ni su doblaje al
español está formado por personajes públicos reconocibles. Va al grano y decide
centrarse en la distracción de los más pequeños con paseos por el fondo del mar
y encuentros con duendes. Tampoco tiene el ritmo narrativo apabullante con el
que cuentan la gran mayoría de las cintas de animación hoy en día. Vendría a
ser la antítesis de La Lego película (P. Lord, C. Miller, C. McKay,
2014), veloz en su comicidad y narración. La
canción del mar es zen: transmite tranquilidad con la intención de detener
el tiempo justo lo necesario con el fin de que el espectador desee retrasar el
cambio de plano lo máximo posible, al mismo tiempo que se pregunta qué clase de
belleza le deparará más adelante. Su banda sonora, compuesta por Bruno Coulais y completada por la cantante francesa Nolwenn Leroy, facilita su característica calma.
No se trata de una película
adulta, pero ha sacado de mí el niño interior (de acuerdo, no es difícil que me
salga) que hubiese seguido la estela de copos de luz que dominan en el filme. Tiene
la originalidad que muchas otras no tienen, y sabe aprovechar sus recursos
estéticos hasta lograr que éstos prevalezcan por encima de su guión.
Te gustará si…
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Te gustó El viaje
de Chihiro (H. Miyazaki, 2001)
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Te fascinan los storyboards y los ilustradores de
cuentos para niños del estilo de Gary Baseman o Martin Jarrie.
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Tienes entre 4 y 10 años.
Imágenes de Song of the sea