El director de Frank (2014), Lenny Abrahamson, adapta
la novela Room de Emma Donoghue y
pone como protagonista de una dura historia a Brie Larson, una chica de
papeles secundarios en películas independientes en boca de todos gracias, en
parte, a esta cinta. ¿Resultado? Junto con Brooklyn
(J. Crowley, 2015), ésta es la segunda producción irlandesa candidata a Mejor
Película en los Oscar 2016.
QUÉ CUENTA: Jack lleva cinco años viviendo en una pequeña habitación con su madre. Todas las mañanas desayuna, juega, aprende y mira a través de la claraboya del techo. Pero su vida cambia cuando su madre decide contarle que hay todo un mundo fuera de esas cuatro paredes.
La habitación es una difícil
historia de superación, sobrellevada por la inocencia de un niño de cinco años.
Si bien es cierto que en Brie Larson reside una gran importancia
interpretativa, es el niño, Jacob Tremblay, quien lleva a sus espaldas el peso de
la película. Y lo hace de forma notable, lo que no quita que en ocasiones no
resulte estridente. Larson queda relegada a un insulso carácter, casi
antipático para el espectador, quien debería acompañarla en su calvario.
El guión se parte en dos a mitad
de película, hallándose en ese momento el clímax más potente de la historia y
dejando de esta manera un comienzo y un tercer acto muy, muy, demasiado largos.
Perfecto, pues, para hacer gala de unas interpretaciones que concuerdan muy
bien con los personajes que se debían plasmar. Merece un aplauso la cobardía
plasmada por la presa (punto positivo para Larson), pero también por el
cautivador.
La ficción trata de estar a la
altura de la realidad. Hace caso de aquello que puede considerarse “lo natural”
dentro de unas circunstancias totalmente extravagantes. Es curiosa la antítesis
reflejada entre los sentimientos encerrados y su total liberación. La película
gana puntos de interés en todo caso al trazar una delgada línea crítica de
nuestro asfixiante y superfluo mundo.
No obstante, la idea está
desaprovechada. En cuanto al ocultamiento parcial de la realidad con el
objetivo de que un infante conserve su inocencia, La habitación tiene mucho que aprender de La vida es bella (R. Benigni, 1997). El deseo del público es
entender porqué la habitación no resulta tan pequeña si se mira con distintos
ojos. Pero el director toma otros caminos en su interés por mostrar un antes y
un después en la vida de dos rehenes que llevan la cárcel consigo incluso
después de haber salido de ella.
Te gustará si…
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Te gustan las historias adultas contadas por
niños.
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Te atraen las películas con cierto bagaje
emocional.
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Esperabas que Brie Larson comenzase a despuntar
con grandes papeles.