Ruben Östlund es un director sueco que acostumbra a
impresionar a críticos y jurados de festivales con sus dramas sociales que
buscan en cierta manera la ironía y con ella, el toque paradójico y cómico. El
año pasado ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes y el Giraldillo de
Oro a la Mejor Película
en el Festival de Sevilla con esta película de frío invernal y familiar.
QUÉ CUENTA: Tomas, su mujer Ebba y sus dos hijos pequeños pasan unas vacaciones en una lujosa estación de esquí. Una repentina – pero anecdótica- avalancha demostrará quién está más dispuesto a sacrificarse por sus hijos, quebrando así la estabilidad familiar.
La historia obtiene un buen grado de curiosidad por parte
del espectador casi en todo momento, bien sea por su silencio apabullante o por
la necesidad de creer que algo impactante está a punto de suceder. Lo cierto es
que todas las acciones aquí ocurridas no pasan de ser meras anécdotas bastante light: incluso la avalancha, escena de
mayor tensión que supone su principal punto de giro. Ello se debe al interés
del director por hablar con simpleza pero en profundidad, de las emociones de
una pareja que descubre tener ideas muy distintas de la vida y la familia.
El más puro instinto animal predomina en un paisaje gélido y
lujurioso, un escenario capitalista que contrasta con la pobreza de los
sentimientos reales. Una crítica social al comportamiento humano, sus razonamientos
y sus estupideces, que reflejan el sinsentido de las formalidades mediante unas
vacaciones que ya no merecen celebrarse.
El aire civilizado y nórdico que respiran sus personajes
desde su comportamiento hasta su físico (Kristofer Hivju, visto en la serie de televisión Juego de Tronos) cataloga este film
como el “típico” europeo que deja la acción de lado mediante escenas
contemplativas, de escasa acción y diálogo, y potenciadoras de sentimentalismo.
No obstante, la formalidad hace perder el interés provocado por la avalancha,
hasta caer en un sopor salvado en diversas ocasiones por las sorpresas
interpretativas que marca el guión.
Su final abierto puede ser tratado duramente por el
espectador medio, pues pide por sí solo un análisis de las circunstancias
aunque en el fondo no suponga nada más complicado que la simple mirada a la
familia protagonista durante el resto de la película. La interpretación de los
padres (Johannes Bah Kuhnke y Lisa Loven Kongsli), la inclusión de la pareja de
amigos en la historia, y el peso de una ligera avalancha sobre los cuatro es
probablemente lo mejor de la cinta.
Te gustará si…
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Aceptas los finales ampliamente abiertos.
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Te gustan las películas intimistas.
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No te desesperan las secuencias extensas y los
silencios en la acción.
Imágenes de Fuerza mayor