Curiosa paradoja la del director Hong Khaou,
quien realiza su primera película y la lleva a cabo con delicada maestría. Nos
sumergimos en este drama humano e intimista en manos de una perfecta
interpretación por parte de sus actores principales. Y curiosa paradoja la del
espectador, quien bajo un haz de tristeza absoluta hallará una preciosa historia de choques culturales y trabas comunicadoras.
QUÉ CUENTA: Kai (Andrew Leung) ha fallecido inesperadamente en un accidente de tráfico. Su madre Junn (Pei-Pei Cheng) es camboyana y no termina de adaptarse al geriátrico londinense donde su hijo le internó. Richard (Ben Wishaw), el novio inglés de Kai, busca en Junn cierto apoyo en su duelo, así como llevar a cabo los propósitos que Kai dejó a medias. Pero Junn no sabe hablar inglés.
La diferencia cultural e idiomática predomina
en esta película que, si bien podría catalogarse de temática homosexual, rompe
esquemas ofreciendo una visión más allá del sexo. El guión sabe conjugar temas
bien distintos como es la libertad del individuo, el dolor, el amor postmortem,
la soledad y la adaptación. Sentimientos correctamente concentrados que se dan
de bruces ante la conciencia del espectador y la deja navegando en un ambiente
de luz nítida que se establece como firma característica del film.
La fotografía, con sus colores llamativos, su
naturaleza calma y un gusto por los interiores bellamente cuidados, además de
una justa duración del metraje, hacen del visionado un bombón, es decir, una
auténtica delicia. Hasta los títulos de inicio son dignos de aprecio desde el punto de vista gráfico.
Pero no sólo en la estética reside su valor:
la interpretación de Ben Wishaw, conocido en España generalmente por El perfume: historia de un asesino (T.
Tykwer, 2006), y de sus compañeros de reparto, especialmente Pei-Pei Cheng,
suman puntos por su expresividad, sus oportunos silencios y sus arranques
emocionales. A Wishaw le queda como un guante su papel, y la cámara nos lo
demuestra con memorables primeros planos de nerviosismo, preocupación y pena. Da gusto verlo.
El inteligente juego narrativo que desarrolla
el director aprovecha los espacios – las ausencias y las presencias, los fantasmas del recuerdo - para
recrear flashbacks a su antojo y volver a la línea temporal que desea. No es,
quizás, la fórmula más innovadora del cine, pero sí es tratada con un buen
grado oportunista que agiliza la narración y el interés del espectador.
Un buen comienzo para una nueva figura en el
mundo del celuloide. Hong Khaou consigue con Lilting una historia de pequeñas pasiones, que van a los recovecos
del corazón y prescinde de grandes artificios en su objetivo. En ocasiones la
intimidad más diminuta obtiene grandes resultados. Khaou fue nominado como
mejor debut de escritor o director en los premios BAFTA en 2014 y la película
ganó el premio a Mejor Fotografía en el Festival de Sundance del mismo año. La podemos ver ahora en nuestras carteleras españolas. Mejor tarde que nunca.
Te gustará si…
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Disfrutas del género independiente.
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Te interesan las variadas visiones sobre la homosexualidad o las
diferencias culturales.
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Empatizas con los dramas más cercanos pero no te hunden, te hacen más
fuerte.
Imágenes de Lilting