El director Francis Lawrence se
suma a la pericia de dividir el último capítulo de la saga en dos partes,
quedando la primera de éstas como una mera introducción de lo que vendrá. Con
ella nos promete dos cosas: si no nos gusta, tranquilidad, pues la segunda
parte será mejor; y si nos gusta, entusiasmo, pues la segunda parte será mejor.
Comienza la guerra. La rebelión llevada a la práctica. Y tras ella, multitud de
actores consagrados que se suman a la nueva escuela que viene pisando fuerte,
representada por su sinsajo, Jennifer Lawrence.
QUÉ CUENTA: Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) es rescatada tras destrozar por completo sus segundos Juegos del Hambre. La comandante Coin (Julianne Moore), del Distrito 13, prepara ya las ofensivas hacia el Capitolio, y le pide a Katniss que sea la imagen promocional de la revolución. Pero Katniss sólo tiene una cosa en mente: salvar a Peeta (Josh Hutcherson) de la manipulación del presidente Snow (Donald Sutherland).
Sin lugar a dudas estamos ante la
que podría ser la saga de aventuras heredera directa de Harry Potter. Si bien no transmiten los mismos valores, la obra de
la escritora Suzanne Collins es merecedora de alabanzas si tenemos en cuenta
que deja de tratar al público adolescente como una masa hormonada sin atisbo de
inteligencia. En Los Juegos del Hambre
hace tiempo que no importan los Juegos del Hambre. La primera película era la
punta de un iceberg mucho mayor que es este Gran Hermano del futuro en el que
la clase obrera, por fin, ha dicho basta.
Vemos una protagonista que va más
allá del bien y del mal, policromática, educada para cuidar a su familia, y
como consecuencia, a su pueblo. Simplemente por su personalidad se ha visto
envuelta en algo que le supera: una revolución en la que ella solamente es la
imagen ejemplarizante. La película nos muestra sus horas más bajas, su sufrimiento
en el mismo momento en el que debe enseñarle al mundo entero su fortaleza. El
triángulo amoroso y otros temas puberales quedan relegados a un segundo (ni
eso, quizá tercero o cuarto) plano, pues el futuro de la comunidad es lo que
ocupa las mentalidades de la mayoría de individuos en Panem.
Olvídense de buscar la mejor
entrega de la saga. Ésta es sólo una película de transición. De composición de
la sublevación. Es la maldición de las partes divididas. Querer alargar el
final tiene su coste. El espectador puede perder interés fácilmente si espera
ver ya la inminente batalla final. Y más si se trata de una película más bien
quieta, en comparación con sus predecesoras. Es reflexiva pero sobre todo es
bastante claustrofóbica debido al Distrito subterráneo de aires comunistas en
la que se desarrolla gran parte de la trama, así como a la permanente sensación
de que en algún momento se hará evidente la falta de Philip Seymour Hoffman,
quien falleció dejando algunas escenas por rodar.
Con todo, nos quedamos con la
amplia galería de actores, algunos veteranos y otros incipientes, que se
apuntan a dejar su rastro por la historia de Panem: Woody Harrelson y Stanley
Tucci, aunque sus apariciones en este capítulo sean casi anecdóticas, Julianne
Moore con su seria imagen de mechas tintadas, el ya citado Hoffman, unos
televisivos Donald Sutherland y Josh Hutcherson, Natalie Dormer (¡por fin!)
sacada de series históricas, los guaperas de turno Sam Claflin y Liam
Hemsworth, y una potente Lawrence. La versión americana de los que constituían
Hogwarts y sus alumnos.
La clave de la película reside en
el objetivo de “hacer la guerra, pero bien vestidos”. En un mundo donde todo lo
que importa es aparentar ser o tener (¿nos suena de algo?), las estrategias de
comunicación entre ambos bandos de la insurrección suponen un paso adelante o
atrás según se gestionen. ¡Sinsajo es
carne de propaganda!
Te gustará si…
-
Cantas la melodía del sinsajo ante la
manipulación mediática actual.
-
No tienes pretensión de ver una estructura
clásica de presentación-nudo-desenlace.
-
Has leído el libro.
-
Has visto las películas anteriores.
Imágenes de Los juegos del hambre