lunes, 23 de febrero de 2015

El libro de la vida

Guillermo del Toro, conocido por producciones como Hellboy (2004) o El laberinto del fauno (2006), produce esta comedia romántica de animación, ambientada en las más puras tradiciones de su México natal, y dirigida por su paisano Jorge R. Gutiérrez.


QUÉ CUENTA: La Muerte y Xibalba son dos deidades mexicanas. La primera es la Reina del País de los Recordados. El segundo lo es de los Olvidados. Para poder dominar ambos reinos, Xibalba le propone a la Muerte una apuesta: ambos escogerán un hombre humano, Manolo (voz de Diego Luna) o Joaquín (Channing Tatum), quienes deberán competir por el corazón de la guapa y valiente María (Zoe Saldana). De este triángulo amoroso dependerá el reinado de los dioses, y por tanto, el devenir de las almas recordadas el Día de los Muertos.

De una trama aparentemente compleja nace una historia en realidad bastante simple, la cual repite recursos demasiado usados en el cine y que pecan de dirigir la ficción allá donde al guionista se le antoja. Algo influenciada por el ritmo narrativo imparable de Madagascar (E. Darnell, T. McGrath, 2005), el excesivo detallismo que predomina en la película sucede en la mayor de las ocasiones imperceptible al espectador. Lo que es una lástima, pues no hay más que observar los “concept art” aquí mostrados para saber que El libro de la vida es un trabajo sobradamente visual, colorista a más no poder y digno de admirar plano por plano.

Con algún que otro golpe cómico que permite la sonrisa del espectador adulto, ésta podría ser una ficción más indicada para el público en aras de crecimiento y absorbedor de toda lección que valore el respeto – tanto de los vivos como de los muertos -, el amor y la bondad en los corazones. De hecho, algo realmente positivo en su discurso es el toque feminista y defensor de los animales, teniendo en cuenta que hablar de las tradiciones mexicanas es hablar de las corridas de toros, entre otras cosas.

Los personajes secundarios son los que enriquecen esta película y en ellos descansa prácticamente todo su equilibrio cómico. La historia juega con todos los elementos típicamente mexicanos potenciados tanto en los hechos como en los diálogos, recreando así ese misticismo que siempre ha rodeado la celebración del día de los Muertos: calaveras coloridas, camposantos iluminados y miles de historias fantasmales. No obstante, la narración pierde su identidad al reunir una clara tendencia musical, pero descuidada. Las canciones que incluye son difícilmente pegadizas (Frozen – C. Buck, J. Lee, 2013 - ha hecho mucho daño) y alguna de ellas adaptadas de músicos populares actuales y extrañamente versionadas a rancheras.


Para terminar de admitir que todo en este mundo es copia de una copia, pese a su asombrosa fortaleza visual e imaginativa, la influencia de Tim Burton es innegable por los siguientes temas a tratar: amor y muerte, calaveras, inframundos más felices y rítmicos que el mundo de los vivos, juegos de colores y canciones que no llegan a definir la película como completamente musical. Y si he de elegir una película que trate sobre todo lo enumerado, personalmente me quedo con La novia cadáver (2005), que tan bien maneja la técnica del stop motion.

En su propósito de crear una atmósfera cálida y vitalista ejerce un gran impacto en la memoria visual. No se nos escapa el detalle de que los protagonistas sean de madera, algo que llegas a olvidar en el transcurso de la historia y que fascina por partes iguales. Pero los vaivenes de un guión sin ataduras impide que se le tome en serio a una historia que podría haber supuesto un antes y un después en el reflejo de la diversidad cultural en el cine.

Te gustará si…

-          Te gustó el ritmo narrativo y cómico de Madagascar.
-          Te interesa que el público infantil reciba mensajes sobre el respeto.
-          No sufres ataques epilépticos. No, es broma. Pero la sucesión de planos multicolor llega a aturdir.

Concept art de The book of life