Jake Gyllenhaal tuvo que perder 12 kilos para
interpretar al protagonista de este thriller que zigzaguea entre la crítica a
los medios de comunicación y el thriller. Es el primer largometraje de Dan
Gilroy, escritor de guiones como Acero
puro (S. Levy, 2011) y El legado de Bourne (2012), dirigida por
su hermano Tony Gilroy.
QUÉ CUENTA: Lou Bloom (Gyllenhaal) es un chico espabilado pero con escasos recursos. Roba chatarra que después vende hasta que una noche presencia cómo los medios de comunicación cubren un accidente vial. Equipado con una cámara y un radar de policía decide ir en busca de sucesos para venderlos a la televisión.
Miles de referencias llegan a mi mente desde
el primer momento en el que la trama es planteada. Desde la estética apropiada
de Taxi Driver (M. Scorsese, 1976) o Drive (N. Winding Refn, 2011), hasta un
personaje que escala niveles de vida, como el más moderno Jordan Belfort de El lobo de Wall Street (M. Scorsese,
2013), pasando por la crítica a las noticias sensacionalistas ya practicada por
Costa-Gavras en Mad City (1997).
Gilroy plantea con buenas intenciones una sociedad – no necesariamente futura-
de excéntrico amarillismo por parte de los medios de comunicación que más
necesidad tienen por subir puntos de audiencia. La crítica a la manipulación
mediática, la extraña tendencia humana hacia el morbo, los límites de lo ético
y lo legal, y la actitud carroñera de la televisión quedan de manifiesto de
manera excelente en esta película.
El personaje de Bloom está cuidadosamente
elaborado y engancha desde el comienzo de la historia, creando con él un símil
entre los ladrones de chatarra y los vendedores de imágenes, llegando a la fría
conclusión de que todo tiene un precio. Incluso las personas. Incluso la
muerte. Jake Gyllenhaal aporta sus mejores dotes con un personaje de complicada
empatía, casi un alien que parece no haber tratado jamás con la Humanidad , lo que es
perfecto para sonsacar su insensibilidad ante la sangre.
El guión acierta con los constantes cambios
del protagonista, y sobre todo en su relación con Rene Russo - vista en El secreto de Thomas Crown (J.
McTiernan, 1999) -, quien se encarga del rol de regidora de un noticiario. Juega
con la ambigüedad del poder y los negocios dejando en el aire cierta atracción
sexual sin necesidad de resolverse, así que aplaudamos las películas que no se
ven en la obligación de incorporar amor y sexo donde no pinta nada. Véase
también Begin again (J. Carney,
2013).
Si algo hay que discriminar a Nightcrawler es, quizás, cierto toque de
la mano del guionista al mostrar un camino de rosas a un protagonista que le
debería haber caído hace tiempo el peso de la Ley.
Y digo quizás porque lo más preocupante es el mensaje que
impacta en el espectador cuando esto no ocurre: la lucha por lo viral, por el
minuto de gloria en la actualidad, parece no tener límites. Todo medio
justifica el fin. Y mientras dudo si ya hemos alcanzado un mundo así, sigo
pensado que este asunto resta credibilidad a la historia una vez llegado el
final, que desinfla desafortunadamente toda la tensión generada en su último
acto.
Te gustará si…
-
Piensas que muchas de los medios privados pecan de sensacionalistas.
-
Eres fan de Jake Gyllenhaal. Su papel es imprescindible para
seguidores de su carrera.
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Te gustan las películas policíacas y periodísticas a la par.
Imágenes de Nightcrawler