sábado, 31 de enero de 2015

No llores, vuela

No es la primera vez que la sobrina de Mario Vargas Llosa, Claudia Llosa, escribe y dirige dramas centrados en la figura femenina. Pero sí es la primera vez que cuenta con actores de la talla de Jennifer Connelly, Cillian Murphy o Mélanie Laurent en una coproducción española, canadiense y francesa.


QUÉ CUENTA: Nana (Jennifer Connelly) es madre de dos hijos. Uno de ellos está enfermo, y en un intento desesperado, acude a una sesión de de curación espiritual. Muchos años después, Ivan (Cillian Murphy) conoce a Jannia (Mélanie Laurent), una periodista que le convence de volver a reunirse con su madre.

Tan solo el pasado puede comprender los hechos del presente. Llosa redime aquí un drama familiar ubicado en un lugar tan inhóspito como la gélida Canadá para poner de manifiesto las decisiones de una madre que lucha por la supervivencia de los suyos. Cuando el nido se quiebra y todo está en su contra, el rescate espiritual parece indicar que hay otros caminos.

Historia aceptable sobre la separación familiar, las causas y consecuencias que llevan a tomar una decisión por parte de la progenitora. Contada en alternancia de pasado y presente (flashbacks y flashforwards) y con un ambiente extrañamente marcado por el paisaje, tan frío como sus personajes, al espectador le cuesta un poco sumergirse en la trama, aunque cuando lo hace disfruta de lleno con las actuaciones del trío protagonista. Sin lugar a dudas se trata de una película que deja en la memoria del público un cúmulo de sensaciones, más allá de un mensaje de perdón y segundas oportunidades.


Oona Chaplin brilla por su ausencia. Su colaboración en la cinta podría denominarse "cameo". Connelly y Murphy actúan con elegancia interpretativa pero son víctimas de personalidades (y en definitiva, un guión) que pecan de melodramáticos y que desestabilizan la empatía del espectador. El desarrollo queda algo forzado y el final, paradójicamente y al contrario que lo que se puede afirmar de muchas producciones cinematográficas actuales, podría cerrarse con más metraje y mayores emociones. El punto de clímax es sofocado por un guión que prefiere quedarse en la superficie antes que ahondar en los sentimientos de los personajes, que tanto tiempo han estado guardados bajo llave.

No llores, vuela, que por cierto, es una extraña traducción de su título original Aloft (“Arriba” o “En el aire”), es en definitiva una propuesta interesante pero aún por pulir. El símil de las aves rapaces podría ser sustituido por otro cualquiera (¿ratones? ¿colibríes?) y nada hubiera sido alterado. No obstante, el conjunto de elementos crea una atmósfera idónea para elevar el alma antes de que se desinfle con los créditos finales y creer, aunque sea por un breve espacio de tiempo, que los milagros existen.

Te gustará si…

-          Crees en las propiedades naturales.
-          Disfrutas con una buena fotografía.
-          Te apetece ver una historia breve, directa al grano.


Imágenes de Filmaffinity y Cinedor