Con Spaguettis no solo me interesa que el público invierta su dinero en películas de calidad. También me preocupa
que las historias más locales, las de nuestros vecinos o paisanos, tengan voz y
oportunidades en una utópica taquilla en la que toda clase de producción es
tratada por igual. Por ello entiendo que documentales como Baratometrajes 2.0 son necesarios. El pasado 16 de enero tuve la
oportunidad de visionar esta obra en el Teatro Arniches de Alicante, donde la Asociación
Mediterrània Audiovisual presentó a su guionista,
Rosa Cabrera.
QUÉ CUENTA: Secuela documental que reúne entrevistas a cineastas y profesionales del audiovisual para formar una visualización genérica de la situación cinematográfica de bajo presupuesto.
España es un país romántico. Sus
gentes se dejan llevar por los sueños y los impulsos, lo que consecuentemente
genera cultura. Pero no todas las películas que se plantean en este país
consiguen la suficiente financiación deseada para su producción, realización,
promoción, distribución y exhibición. Baratometrajes
2.0 habla de todos estos pasos y las piedras en el camino de cada uno de
ellos para los profesionales del cine menos aventajados.
El IVA cultural, los límites del
crowdfunding, las redes sociales, las concesiones, los festivales, la
piratería, la financiación propia… todos los temas que afectan directa o
indirectamente al cine español cabe en esta recolección de entrevistas. Los
participantes, con nombres como Jaume Ripoll, cofundador de Filmin, el director
Roger Gual o el crítico de cine Jordi Costa, entre muchos otros, dejan de
andarse con rodeos para explicar la cruda realidad: es prácticamente una hazaña
o un trabajo de grandísimo riesgo llevar a cabo una película con escasos medios
en España. Pero también lo es que dichas producciones se hagan un hueco en la
visibilidad mediática.
Una muestra más del monopolio
capitalista. El dinero va al dinero y las películas españolas que consiguen
estrenarse (durante un fin de semana o más) son tan solo la punta del iceberg
de todas las obras realizadas en España. A las películas más “subterráneas” les
queda venderse por otros métodos. Bien sea por plataformas online, en pequeños
cines de barrio o minúsculos pases en festivales más o menos relevantes. Ejemplo de ello son producciones alternativas como El Cosmonauta (N. Alcalá, 2013), El mundo es nuestro (A. Sánchez, 2012) o Mapa (L. Siminiani, 2012).
Si La pantalla herida (L.M. Ferrández, 2014) presentaba ya una visión
casi policromática del estado cinematográfico español, Baratometrajes 2.0 es el complemento ineludible para dar voz a esas
películas que pasan desapercibidas. Abre polémicas sobre el concebimiento del
término “low cost”, socialmente unido a los productos caducos, la propia fama
de las películas españolas dentro de nuestras fronteras o la simple imaginación
de un mundo sin cine.
Hay quien seguirá apostando por
esos cuentos minoritarios. Esos que interesan a un público determinado y que
dependen de métodos más arcaicos como el boca a boca para ser visionadas con la
misma ilusión con la que fueron realizadas. Y hasta que no cambien muchos
aspectos del panorama político y cultural, ello seguirá suponiendo un acto
heroico.
Te gustará si…
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Te gustó La pantalla herida.
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Te interesa conocer la verdadera situación
cinematográfica española.
Imágenes de Baratometrajes 2.0